Verás,

Te sientas frente al televisor, ves un debate político. Uno grita “igualdad”, el otro responde “libertad”.

Se insultan, se acusan, se lanzan datos que nadie contrasta.

Y tú, en casa, pensando que estás presenciando una batalla épica de ideas.

No.

Estás viendo un teatro de marionetas.

La izquierda y la derecha juegan al poli bueno y poli malo. Uno te ofrece café, el otro te aprieta las tuercas.

Uno te promete justicia social, el otro seguridad y orden.

Pero ambos, al final del día, trabajan para el mismo jefe: el Estado.

Y su misión real no es mejorar tu vida. Es mantenerte entretenido, dividido y obediente.

Lo esencial nunca se discute.

¿Por qué?

Porque cuestionarlo sería dispararse en el pie. Sería perder el control del escenario.

Por eso, mientras tú discutes con tu cuñado sobre género, banderas o inmigración, ellos se reparten el pastel.

Todos ganan.

Todos, menos tú.

Mira con lupa y verás el truco: las grandes corporaciones no son víctimas del Estado, son sus cómplices.

A través de regulaciones,

licencias,

subsidios

y aranceles, crean un club privado al que tú nunca vas a entrar.

Juegan al libre mercado… pero con reglas hechas a medida.

¿Y la inmigración? Otro ejemplo perfecto del engaño.

No es una cuestión de principios, es una excusa.

La izquierda la usa para repartir subsidios y comprar votos. La derecha para alimentar el miedo y venderte muros, leyes y “mano dura”.

El problema no es que venga gente de fuera. El problema es que tú estás obligado a financiarlo. Y encima, te llaman racista si te quejas.

¿Entiendes ya el juego?

Te crean el problema.

Te ofrecen la solución.

Y mientras tú eliges entre la corbata roja o la azul, ellos se aseguran de que nada cambie.

¿La solución? Salir de la sala de interrogatorios. No hay acuerdo posible con quien ya te considera ganado.

No se trata de reformar el sistema, ni de hacerlo más eficiente. Se trata de dejar de jugar con reglas trucadas.

Si tú tienes un tumor o un cáncer, no lo quieres hacer más eficiente, lo que quieres es erradicarlo, pues lo mismo hay que hacer con el estado y hacerlo lo más pequeño posible.

La próxima vez que oigas a un político gritar:

“¡Corrupción!” o “¡Justicia social!” o “¡Orden y ley!”,

pregúntate: ¿está defendiendo mi libertad o su silla?

¿Está resolviendo algo… o simplemente alimentando el circo?

Si eliges entre izquierda o derecha pensando que eres libre, aún no has entendido nada.

Libertad es que nadie te robe con impuestos para repartir favores.

Libertad es que nadie legisle tu vida desde un despacho en Madrid o Bruselas.

Libertad es que tú decidas, que tú produzcas, que tú construyas… sin tutelas.

No necesitas más poli buenos ni más poli malos.

Necesitas romper la puerta de la sala y salir de una vez.

En fin, ¿Tú que piensas? contéstame a este correo que te leo…

P:D: Si quieres que te ayude a vender o sabes alguien que venda un inmueble, escríbeme a 677.78.73.50 y te daré una buena compensación económica por la recomendación (Alejandro)